LA MUJER CIENTÍFICA:
La dama del Ártico, Louise Arner Boyd (1887-1972
Louise Arner Boyd era una rica heredera que había sufrido la pérdida prematura de sus hermanos y sus padres que decidió hacer de su vida algo excepcional. Dejó su cómoda mansión de California para viajar una y otra vez a las tierras heladas del Ártico donde realizó varias expediciones científicas. Louise se enfrentó a la misoginia de algunos y se ganó un profundo respeto de muchos.
Louise Arner Boyd nació el 16 de septiembre de 1887 en San Rafael, California. Era la pequeña de tres hermanos de una familia rica. Su padre, John Franklin Boyd, había hecho fortuna con el negocio minero y se había casado con Louise Cook Arner, sobrina de sus socios. Louise y sus hermanos Seth y Jack disfrutaban de la temporada de verano en la granja de Oakwood Park y pasaban el resto del año en San Rafael. Louise era feliz en la naturaleza, corriendo por la extensa propiedad familiar pero también se sumergía durante horas en la lectura de libros de exploraciones y asistía a la escuela para convertirse en una elegante dama de la alta sociedad.
Un ruiseñor de gran corazón, Jenny Lind (1820-1887)
La virtuosa voz de Jenny Lind enamoró a todos aquellos que la escucharon. Atrapó el corazón de Hans Christian Andersen y Felix Mendelssohn, cuyo amor por ella se convirtió en inspiración para sus obras. El empresario norteamericano P. T. Barnum la encumbró a lo más alto en una gira vertiginosa por los Estados Unidos. Pero por encima de todo, la dulce voz de la que fue conocida como "el ruiseñor sueco" escondía una personalidad generosa, la de una mujer que donó buena parte de lo que ganó actuando por Europa y América para ayudar a los más necesitados.
Johanna Maria Lind nació el 6 de octubre de 1820 en Estocolmo. Su padre, Niclas Jonas Lind, era un contable que mantuvo una relación con Anne-Marie Fellborg, una maestra divorciada que se resistía a casarse con Niclas a pesar de haberse separado de su marido. Los padres de Jenny, como la llamaban cariñosamente, se casaron cuando el exmarido de Anne-Marie falleció. La niña tenía entonces catorce años.
Desde muy pequeña, Jenny demostró un gran talento para la música, y su dulce voz fue descubierta cuando solo tenía nueve años. Jenny fue admitida en el Teatro Real Sueco donde recibió clases de canto. Un año después ya se subía a los escenarios para deleitar al público con su talento. Con doce años sufrió una crisis vocal que amenazó con truncar prematuramente su carrera pero consiguió superarla y siguió estudiando y perfeccionando su voz hasta que en 1838 actuó por primera vez en la Ópera Real de Suecia. El público cayó rendido a sus pies y Jenny Lind se convirtió en una cantante de renombre. Dos años después era admitida en la Real Academia de Música sueca y cantó para la corte de su país y de Noruega.
La carrera de Jenny Lind continuó imparable. En 1844 cantó en la ópera de Norma en Berlín y realizó una gira por Alemania y Austria donde el público se rindió a sus pies. Jenny empezó a ser conocida como "el ruiseñor sueco" y ha recibir el reconocimiento público de personalidades del mundo de la música como Robert Schumann o Felix Mendelssohn. Al parecer, Mendelssohn se enamoró de Jenny como ya lo hiciera el escritor danés, y le dedicó una ópera que no llegó a concluir. Algunos de aquellos conciertos fueron organizados para recaudar dinero para causas benéficas en las que Jenny Lind estuvo implicada toda su vida.
Jenny Lind continuó actuando para los amantes de la ópera, entre ellos grandes personajes como la familia imperial austriaca o la reina Victoria de Inglaterra. En 1849, a pesar del gran éxito de una joven Jenny que aún no había alcanzado los treinta, anunció su retirada de los escenarios. Sin que se sepan las causas de su decisión, lo cierto es que, por alguna razón también desconocida, Jenny no dejó su carrera.
Aquel mismo año, Jenny Lind conoció al empresario P. T. Barnum, un norteamericano dedicado a los negocios del espectáculo que le ofreció realizar una amplia gira por los Estados Unidos. Jenny aceptó y decidió destinar parte de las ganancias para una escuela de niñas pobres en su país natal. Durante un año, Jenny Lind enloqueció al público americano pero el ritmo de la gira y las exigencias de Barnum terminaron por romper su relación profesional. Durante la gira, se casó con el pianista Otto Goldschmidt con quien regresó a Europa en 1852. La pareja tuvo tres hijos y se estableció en Londres.
LA MUJER QUÍMICA:
La madre de la química moderna, Marie Lavoisier (1758-1836)
La ciencia estuvo vetada durante siglos a las mujeres. Las que se empeñaron en romper con los moldes patriarcales, utilizaron a menudo su filiación o su matrimonio para conseguir escudriñar los secretos de la naturaleza. Tal fue el caso de Marie Lavoisier, quien encontró en su marido un esposo fiel pero también, y sobre todo, su compañero en la apasionante tarea de convertir la alquimia en la química moderna.
Marie Anne Pierrette Paulze nació el 20 de enero de 1758 en la localidad francesa de Montbrison. Su padre, Jacques Paulze, era un abogado y financiero que trabajó muchos años en la Ferme Générale, una institución que se encargaba de gestionar algunos impuestos estatales. Jacques había tenido tres hijos con su esposa, Claudine Thoynet, antes de que esta falleciera cuando Marie Anne era una niña de poco más de tres años de edad. Su padre decidió entonces que la pequeña ingresara en un convento donde creció y fue educada como una dama de la alta burguesía francesa.
Cuando tenía trece años, el conde de Amerval, mucho mayor que ella, pidió su mano a un confundido Jacques que buscó la manera de deshacerse del viejo pretendiente, quien le llegó a amenazar con expulsarle de su puesto en la Ferme Générale si no daba su consentimiento para casarse con Marie. Jacques dio un golpe de efecto ofreciendo la mano de su hija a alguno de sus compañeros, más jóvenes que el conde. Antoine Lavoisier, un noble economista y químico de veintiocho años de edad, aceptó la oferta de su colega y se casó con Marie Anne el 16 de diciembre de 1771.Marie y Antoine Lavoisier se convirtieron en los principales impulsores de la evolución de la alquimia hacia la química moderna.
En 1775 Antoine dejó la Ferme Générale para trabajar en el Arsenal de París como administrador de la pólvora. Instalados en la capital de Francia, la pareja empezó a construir un laboratorio que se convertiría en su verdadero hogar. Allí pasaron largas horas trabajando. Marie apuntaba todo lo que observaban en sus experimentos, tomaba notas y realizaba ilustraciones muy realistas. Marie había sido alumna del pintor Jacques-Louis David, amigo de la pareja, a la que inmortalizaría en su laboratorio.
Marie sabía varios idiomas que fueron de gran utilidad para traducir algunos de los principales textos de alquimia, como se conocía a la química. Además de realizar las traducciones que su marido utilizaría para avanzar en sus investigaciones, Marie realizó anotaciones propias. La pareja Lavoisier se convirtieron así en los principales protagonistas de la evolución de la alquimia hacia la química moderna.
La vida tranquila en el laboratorio se vio truncada en la época del Terror, la etapa más dura y sangrienta de la Revolución Francesa. Antoine y su padre Jacques fueron detenidos, acusados de traidores por haber trabajado en la Ferme Générale. Marie no se quedó de brazos cruzados e intentó por todos los medios, poniéndose ella misma en peligro, que su padre y su marido fueran liberados. Pero nada pudo hacer ante una condena firme. El 8 de mayo de 1794, Antoine Lavoisier y Jacques Paulze eran ejecutada.
LA MUJER INVENTORA:
La compañera del peligro, Marie Marvingt (1875-1963)
En Francia se la conocía como "La fiancée du danger". No había reto que se dispusiera superar que no alcanzara. Practicó todo tipo de deportes y se puso al frente de globos aerostáticos, aviones de guerra y helicópteros. Marie Marvingt fue la primera mujer en pilotar un bombardero en la Primera Guerra Mundial, fue periodista en Marruecos y tuvo un papel importante en la creación de un sistema sanitario aéreo. Una vida longeva en la que nunca dejó de ponerse retos y trabajar por mejorar las condiciones sanitarias en el frente de guerra. Una mujer con una vida excepcional que, a pesar de ser toda una heroína en Francia, su nombre no es muy conocido lejos de sus fronteras.
Marie Félicie Elisabeth Marvingt nació el 20 de febrero de 1875 en la localidad francesa de Aurillac en el seno de una familia de clase media. Su padre, Félix Marvignt, era administrador de correos. Cuando Marie tenía cinco años, su familia se mudó a Metz, que por aquel entonces formaba parte de Alemania. Allí permanecieron hasta 1889, año en el que su madre, Elisabeth Brusquin, falleció. Marie, una adolescente de catorce años, volvió a mudarse con su padre y su hermano a la ciudad de Nancy. Allí, la joven se hizo cargo de la casa mientras buscaba cualquier lugar escondido y momento libre para aislarse del mundo y disfrutar de la lectura de libros de aventuras y de ciencias.
Aquel mismo año de 1907, Marie se aventuró a pilotar un globo y es que, seguramente cuando en 1901 se subió a uno como pasajera, pensó en dominar uno de esos artilugios algún día. En 1909 se convertía en la primera mujer en pilotar un globo a través del Canal de la Mancha.
En 1908, puso su atención en el ciclismo y pretendió participar en el Tour de Francia, carrera reservada en exclusiva a los hombres. Lejos de amedrentarse, realizó el mismo recorrido del Tour después de su organización oficial.
Marie Marvingt no podía permanecer demasiado tiempo quieta, así que continuó practicando y destacando todo tipo de deportes. Y se convirtió en toda una celebridad en Francia hasta el punto de que en 1910 la Academia de los Deportes francesa le dio la Medalla de Oro por todos los deportes que había practicado.
Un nuevo reto lo encontró en el cielo que ya había conquistado con un globo. Ahora, iba a convertirse en la tercera mujer francesa, después de Raymonde de Laroche y Marthe Niel en conseguir su licencia de vuelo en el Aero Club de Francia.
Sus ideas se materializaron en 1934 cuando estableció un servició civil de ambulancias aéreas en Marruecos, país que le dio la Medalla de la Paz. En 1935 organizó distintos cursos para formar al personal que debería viajar en aquellos aviones. Toda su gran labor le valió recibir una de las más altas distinciones francesas la de los Caballeros de la Legión de Honor.
Cuando la Segunda Guerra Mundial volvió a sumir el mundo en el caos, el trabajo de Marie fue de gran utilidad. Además de la aviación sanitaria, Marie trabajó como enfermera quirúrgica y llegó a idear un nuevo tipo de sutura. En 1949 fue ascendida a oficial y en 1955 recibió el premio de la Federación Nacional Francesa de Aeronáutica. Había alcanzado entonces los ochenta años de edad pero lejos de retirarse, aún tuvo energías para aprender a pilotar helicópteros y se le permitió pilotar un avión de combate de la OTAN. Solamente la muerte, que le llegó el 14 de diciembre de 1963, terminó con un espíritu ávido de aventuras y dispuesta a ayudar a los demás.
La actriz que inventó el intermitente, Florence Lawrence (1886-1938)
El nombre de Florence Lawrence no es precisamente un nombre conocido para el gran público pero la suya fue una historia singular. Una de las actrices del cine mudo con más éxito en su tiempo, Florence Lawrence ganó una fortuna cuando consiguió uno de los primeros contratos millonarios del cine. Protagonizó un número elevadísimo de películas y se convirtió en una de auténtica estrella del cine mudo. Parte de su fortuna la invirtió en una de sus pasiones, los coches. Además de coleccionarlos y disfrutar de ellos los mejoró incorporando unos primitivos intermitentes y señales de freno. Pero como Florence no se consideraba una inventora, no patentó sus inventos que, sin embargo, fueron aprovechados por las empresas automovilísticas. Florence terminó sus días sola y arruinada. Posiblemente se suicidó.
Florence Annie Bridgwood nació el 2 de enero de 1886 en Hamilton, Canadá. Florence era la pequeña de los tres hijos de George Bridgwood, un constructor de carros de origen inglés, y Charlotte Bridgwood. Charlotte era una conocida actriz y directora de la Lawrence Dramatic Company. El apellido artístico que asumió su madre, Lawrence, también lo adoptaría Florence desde los inicios de su carrera artística.
Con tan sólo tres añitos, Florence debutó en la compañía de su madre haciendo una breve aparición en la que ambas cantaban y bailaban juntas. No tardaría en ampliar su tiempo y su protagonismo sobre el escenario.
Desde que en 1906 apareciera en una película, Florence Lawrence no dejó de trabajar en decenas de filmes al año de la productora Vitagraph y después con la Biograph Studios. En 1908 se casaba con un joven actor llamado Harry Solter. Por aquel entonces, no era común que los actores aparecieran en los títulos de créditos pero la popularidad de Florence había crecido tanto que sus fans reclamaban saber su nombre. Los productores decidieron apodarla "La chica de la Biograph".
Florence Lawrence y Harry Solter se habían convertido en una pareja de éxito por lo que ambos decidieron crear en 1909 la Independent Moving Pictures of America. Por aquel entonces el nombre de Florence ya se había hecho público convirtiéndose en la primera gran estrella del cine con unos sueldos de escándalo para su tiempo.
En 1912 la pareja fundaba su propia compañía, la Victor Film Company pero aquel mismo año su matrimonio empezaba a hacer aguas y ella intentó alejarse de los escenarios. Al final, Lawrence claudicó y aceptó volver a actuar con la mala suerte de sufrir un terrible incendio durante un rodaje que le dejó secuelas físicas y psíquicas. Florence, quien hizo responsable a su marido de haberla obligado a volver a trabajar, decidió separarse definitivamente de él.
En 1921 se casaba con Charles Byrne, un vendedor de coches con el que estuvo diez años a su lado. Rica y famosa, Florence dedicó parte de su fortuna a coleccionar coches, unas máquinas muy rudimentarias en aquella segunda década del siglo XX. Florence inventó un artilugio en forma de palo que se movía para indicar si el coche iba a girar hacia un lado u otro y una señal de stop que aparecía en la parte de atrás cuando el conductor accionaba el pedal de frenos. Sin pensarlo, Florence había inventado el intermitente y la luz de frenos, ingenios que no patentó y que las empresas automovilísticas se afanaron en adquirir.
Aquellos fueron los años del declive artístico y económico de Florence. Tras su larga recuperación, las ofertas de trabajo se vieron reducidas drásticamente por lo que su economía se vio también perjudicada. 1929 fue un año terrible para Florence. Su madre falleció aquel año y ella se gastó una auténtica fortuna en su tumbra. El crack del 29 acabó de agotar los pocos ahorros de la pareja. Lawrence empezó a caer en una peligrosa depresión.
Dos años después de separarse por segunda vez, volvió a casarse, esta vez con Henry Bolton, un hombre violento que la maltrataba. Cinco meses después se separaba.
LA MUJER INGENIERA:
La ingeniera que conquistó la Bauhaus, Marianne Brandt (1893-1983)
Lámparas, ceniceros, teteras que hoy en día utilizamos pensando que son diseños actuales son en realidad herederos del genio diseñador de una mujer que se coló en un mundo de hombres. Marianne Brandt fue la primera mujer en dirigir el Taller de Metal de la Escuela de la Bauhaus, a pesar de las reticencias de sus compañeros. Ingeniera industrial, fotógrafa, pintora, Marianne Brant fue una mujer inquieta que se pasó toda su vida inventando objetos útiles y plasmando la realidad de su tiempo. Algo que sus colegas masculinos no siempre se lo pusieron fácil.
Marianne Liebe nació el 1 de octubre de 1893 en la ciudad alemana de Chemnitz. Marianne inició sus estudios de pintura y escultura en 1911 en la Escuela Superior de Bellas Artes de Weimar. En 1919 contrajo matrimonio con el pintor noruego Erik Brandt, del que se divorciaría en 1935 tras un largo período de separación. En aquella primera etapa de su vida profesional, Marianne se dedicó principalmente a la pintura hasta que ingresó en la Bauhaus en 1923. La Bauhaus fue una escuela multidisciplinar fundada en 1919 por Walter Gropius en la que se dieron cita arquitectos, diseñadores y artistas de todo tipo. Las pocas mujeres que se incorporaban a la Bauhaus ingresaban en los talleres textiles o cerámicos. Pero Marianne fue la primera mujer en aprender y trabajar en el Taller del Metal donde tuvo como maestro al diseñador húngaro László Moholy-Nagy a quien sustituyó en el cargo de director del taller del metal en 1928. Que una mujer liderara dicho taller no fue del agrado de algunos miembros de la Bauhaus y las presiones harían que no durara mucho tiempo en el cargo. En su paso por la Bauhaus, Marianne diseñó algunos de los objetos más conocidos como un juego de café y té, ceniceros y lámparas cuyas formas continúan siendo vigentes gracias a su funcionalidad y su diseño sencillo.
Marianne Brandt abandonó la Bauhaus en 1929 y se marchó a trabajar con Walter Gropius en su estudio de Berlín y con la firma Ruppel en Gotha donde permaneció hasta 1932. La llegada del nacionalsocialismo fue una época complicada para Marianne quien no encontró un trabajo estable como ingeniera industrial. Por necesidad, que no por convicción, en 1939 aceptó formar parte de la Reichskulturkammer, una organización nazi de artistas.
Terminada la guerra, Marianne se ganó la vida durante muchos años como profesora en Dresde y Berlín. En los años setenta se trasladó a vivir a la República Democrática Alemana y recuperó su faceta de fotógrafa que también había desarrollado en sus años de juventud cuando inmortalizó a las mujeres en la época de entreguerras y el papel que ejercieron dentro de la Bauhaus. Marianne fue pionera en el uso de la fotografía para inmortalizar naturalezas muertas. Realizó también preciosos autorretratos dando enfoques muy diferentes e innovadores de su propia imagen.
Marianne Brandt falleció el 18 de junio de 1983 a los ochenta y nueve años de edad en Kirchberg, Alemania.
Construyendo el puente de Brooklyn, Emily Warren Roebling (1843-1903)
El 24 de mayo de 1883 se inauguraba uno de los puentes más concurridos del mundo, el puente de Brooklyn. Subida en un carruaje, la primera persona que lo cruzaba era una mujer, sin cuya determinación no se habría concluido. Emily Warren Roebling no tenía estudios de ingeniería, la sociedad decimonónica no se lo habría permitido, pero su inteligencia y esfuerzo la convirtieron en la compañera perfecta para el hombre que llevaba el título oficial de ingeniero jefe. Washington Roebling, quien llevaba las riendas del proyecto, había caído enfermo por lo que su papel como director de la gran obra de ingeniería que debía unir dos importantes zonas de la ciudad, corría peligro. Su esposa se puso manos a la obra y aprendió todo lo que estuvo en su mano para convertirse en el alter ego de su marido para alcanzar un sueño.
Emily Warren Roebling nació el 23 de septiembre de 1843. fue la penúltima de los doce hijos de Sylvanus Warren y su esposa Phoebe Lickley Warren, una pareja de clase media alta. Emily recibió una buena educación y tuvo siempre debilidad por su hermano Kemble Warren, quien la inscribió en la escuela Georgetown Visitation Convent, donde estudió asignaturas como historia, geografía o matemáticas, sin olvidar las típicas materias destinadas a una futura esposa.
John pidió a la joven pareja que viajara a Europa para recopilar información sobre las nuevas técnicas ingenieras en el uso de cajones de cimentación para la construcción del puente. De vuela a los Estados Unidos Washington y Emily volvían cargados de información y con un hijo, el único que tendrían. Pero al pisar suelo americano recibían la triste noticia de la muerte de John. Fue entonces cuando Washington asumió la dirección del proyecto sin saber que pronto debería abandonarlo al haber contraído el síndrome de descompresión.
Ante la amenaza de perder la dirección del proyecto, John confió en su mujer quien no lo defraudó. Emily se puso manos a la obra y empezó a estudiar los rudimentos de la construcción y a convertirse en la voz de su marido ante los trabajadores del puente y los responsables de la ciudad con los que Emily tuvo que discutir infinidad de cuestiones guiada por su marido. Así se convertía en la primera mujer ingeniera de campo.
Tal fue la presencia de la señora Roebling en las obras y su capacidad para dirigirla que muchos operarios llegaron a pensar que era ella misma la directora del proyecto. Durante catorce años, Emily visitó diariamente las obras del puente ejecutando las órdenes que su marido enfermo le daba desde el lecho. En 1883 el sueño de los Roebling era una realidad.
En el discurso inaugural, el congresista Abram Stevens Hewitt alabó la incansable labor de Emily sin cuyo trabajo el puente no hubiera sido una realidad. En su discurso, Hewitt reconocía el mérito de Emily, una mujer, a quien la sociedad de su tiempo vetaba insistentemente su acceso a una educación superior.
Finalizado el proyecto que había ocupado largos años de sus vidas, los Roebling se trasladaron a vivir a Trenton, en Nueva Jersey, donde ambos planificaron la construcción de su propio hogar. Emily se volcó de lleno en la vida social de la época participando en distintas asociaciones cívicas. También viajó a Europa donde presenció la coronación del zar Nicolás II y asistió a una recepción con la reina Victoria.
De nuevo en casa, a Emily aún le quedaba energía para estudiar y obtener en 1899, a los 56 años de edad, el título de abogado en la Universidad de Nueva York. Emily Warren Roebling falleció el 28 de febrero de 1903. Una placa en el puente de Brooklyn recuerda la magnífica participación de Emily en su construcción.
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